En no pocas ocasiones, las heridas suponen un reto clínico importante. En el caso de heridas pequeñas o poco importantes podemos optar por varias opciones terapéuticas que, seguramente, nos encaminarán de forma adecuada a la resolución de las mismas. Pero si nos enfrentamos a heridas graves, de gran tamaño, crónicas, … tendremos que asegurar un tratamiento óptimo y, muy importante, que nos permita evaluar la evolución de las lesiones ya que estas terapias pueden prolongarse en el tiempo. Uno de los elementos críticos en este tipo de heridas es la toma de decisiones en referencia a los métodos a utilizar. ¿hasta cuándo mantenemos el tratamiento? ¿cuándo decidimos la utilización de técnicas quirúrgicas?¿cuándo deja de ser efectivo un tratamiento? El seguimiento de un protocolo de tratamiento es fundamental para poder responder a estas preguntas.
La cirugía cutánea es más frecuente de lo que podemos pensar en un principio. Cuándo realizamos cualquier técnica quirúrgica hemos de abordar la zona realizando incisiones cutáneas más o menos amplias. En muchas ocasiones no hay que tener precauciones especiales en el cierre cutáneo pero no es raro tener que aplicar técnicas de cirugía plástica para el cierre cuando se extraen tumores o hay inflamación importante de tejidos subcutáneos o musculatura, por ejemplo tras una fractura, por citar un par de situaciones habituales. El manejo inadecuado de estas heridas está detrás de numerosas complicaciones quirúrgicas, sobre todo debido al exceso de tensión y dehiscencia de suturas. Además no hemos de olvidar el objeto de esta obra, las heridas. El cierre quirúrgico de una herida es una técnica frecuente cuya dificultad puede ser muy variable.
El cierre quirúrgico de grandes heridas no suele ser técnicamente muy complejo en la mayoría de las ocasiones. Hemos de valorar muy bien la herida para elegir la técnica más adecuada en cada caso, recordemos que dos heridas similares pueden requerir técnicas muy diferentes. Aspectos como la elasticidad de la piel que rodea a la herida, la presencia de fibrosis, cicatrices antiguas, localización de la herida o consideraciones generales del paciente, edad, estado sanitario, carácter, propietario, postoperatorio esperado,… pueden condicionar la elección de la técnica. Normalmente iniciaremos un tratamiento conservador para mejorar el lecho de la herida y poder asegurar el éxito de la cirugía plástica. En el caso de los colgajos podemos ser un poco más laxos en este punto, pero siempre será preferible instaurar un tratamiento previo a la cirugía.
El desarrollo de la cirugía oncológica ha ocasionado un incremento del uso de técnicas de cirugía plástica, especialmente los colgajos. La exigencia de márgenes de seguridad cada vez mayores hace que las necesidades quirúrgicas sean cada vez más importantes. En muchas ocasiones se aplican técnicas de colgajos en el mismo acto quirúrgico, pero no es raro que sea necesaria una segunda intervención para la resolución final del caso. Existen colgajos descritos prácticamente para todas las partes corporales, no obstante las porciones distales de las extremidades siguen siendo unas zona complejas en las que es difícil desarrollar estas técnicas. Será necesario planificar técnicas más complejas en estas localizaciones o recurrir a tratamientos prolongados de tipo conservador que, en no pocas ocasiones, favorecen las complicaciones y recidivas por la laxitud del tejido formado.