El Colegio de Veterinarios de Huesca organizó su jornada micológica con un inicio en las cercanías de Tormos, muy próximo al pantano de la Sotonera, donde los asistentes –más de 30- se dividieron en diferentes parcelas de pequeños bosques de plantaciones de pinos y diversas cupresáceas para realizar las inspecciones. Allí se recogieron unas cuantas especies, después de poco más de una hora de exploración, y se procedió por parte del micólogo Antonio Palazón a explicar las características de las mismas: si son o no comestibles, su valor, tóxicas, muy toxicas o incluso mortales...
Tras esta primera parte, los asistentes se dirigieron al encinar de Alerre, para hacer un cambio de hábitat radical y así tener la oportunidad de ver otro tipo de especies completamente distintas a las anteriores. También en incursión hay que destacar las especies encontradas, con un resultado final muy rico en variedad, algunas de ellas muy interesantes y raras.
“Una premisa que siempre doy es recolectar las setas enteras, sacadas del sustrato con todas sus partes, para que la posterior identificación sea precisa y correcta. Existe un error muy extendido que hace que la gente corte con la navaja los ejemplares y acuda a los lugares de información con setas decapitadas. Esto dificultaría enormemente su identificación ya que en los pies hay importantes características que se pueden quedar en el sustrato al hacer esta operación, caso de volvas, anillos...", señaló Palazón.
Gusto y olfato
El micólogo resaltó que el gusto y el olfato “nos ayudarán a identificar correctamente muchos taxones o nos darán importantes pistas. Olores tan comunes como el del anís, harina, patata cruda, almendras amargas, lejía, tinta china (químico-fenol)... y un sin fin de ellos, hacen que podamos diferenciar muy bien algunas especies. Y los sabores nos darán pistas muy importantes también para el mismo fin. Hoy no ha faltado un clásico como el Leucopaxillus gentianeus, especie que me gusta poner como ejemplo de cata, para que la gente pueda comprobar, que en algunas ocasiones, la seta ya nos dice si es comestible o no solo por su sabor en crudo”, apuntó.
“Obviamente, esto no será una norma a seguir, ya que aunque esta seta por su amargor nos avise de que no es apta para el consumo, otras especies que tuvimos la oportunidad de ver y explicar tendrían un sabor agradable y, sin embargo, resultarían potencialmente mortales tras su consumo como en el caso de Amanita phalloides, Lepiota brunneoincarnata o galerina marginata”, aseguró Palazón.
Algunas de las especies recolectadas este domingo y comentadas fueron Clitopaxillus alexandrii, Lepista sordida, Clitocybe sp, Paralepista flaccida, Ramaria abietina, Tapinella panuoides, Suillus mediterraneensis y Suillus collinitus, Lactarius sanguifluus (níscalo), Hygrophorus latitabundus (Babosa negra), Hydnum albidum (Lengua de vaca) Lepista nuda (Pie azul) y en el lado opuesto las tres ya mencionadas especies mortales Amanita phalloides, Lepiota brunneoincarnata y galerina marginata). Con los Agaricus (el género que recoge todos los champiñones) también hubo oportunidad de explicar las diferencias entre las especies comestibles y tóxicas.