El veterinario Luis Miguel Ferrer Mayayo ha presentado en la Casa de Ganaderos de Zaragoza su libro “Diccionario de Pastor”, que recoge más de 3.000 términos procedentes del medio rural y de la ganadería, “aunque hay muchas palabras que tienen diferentes formas de decirse en función de la zona geográfica donde estemos”, según explica el autor, que decidió emprender este proyecto al comprobar que su hija, que terminaba el Grado de Veterinaria, no entendía buena parte de los vocablos empleados por los ganaderos.
“Es una visión de un veterinario de pueblo que comenzó desde lo más bajo y se jubiló como profesor titular de Universidad y diplomado europeo en Pequeños Rumiantes, pero sigo siendo un rural en la ciudad”, explica Ferrer, quien destaca que esas cuatro décadas centrado en el campo con vacas y ovejas han sido la base fundamental para hacer posible la edición de este libro, “gestado en un año, aunque se preparó en 8-9 meses y el resto es el trabajo editorial, imprenta y salida al mercado”.
En su opinión, “la vida urbana está cada día, desgraciadamente, más lejana de la realidad rural y va asfixiando al campo. Desde la ciudad no se valora la producción del sector primario, no conocen el sacrificio que conlleva e incluso creen que nuestros agricultores y ganaderos parasitan con la PAC a la economía europea”. Además, los consumidores está muy influenciados por mensajes del tipo “qué malo es el ganadero, que encierra a sus cerdos y los manda al matadero”.
Bienestar animal y humanización
Otro problema grave estriba en las instancias que legislan sobre bienestar animal “y no saben cómo es un animal ni cómo se comporta, lo humanizan y se puede leer una ingente cantidad de burradas legisladas achacables al desconocimiento o a algo más. Nadie tiene en cuenta el exceso de plásticos utilizados, las atmósferas controladas, el mantenimiento en refrigeración, los transportes... El malo es el ganadero”.
Ferrer lamenta la marginación que sufre en los planes de estudio de las facultades de Veterinaria lo relacionado con los animales de abasto. “Tenemos lo que hemos sembrado. La parte correspondiente a grandes animales ha estado olvidada e incluso mal vista por nuestros propios compañeros de pequeños animales, de manera que el estudiante no puede hacer otra cosa que aspirar a estar en una cínica de pequeños de una gran ciudad, aunque hay excepciones como el Servicio Clínico de Pequeños Ruimantes-SCRUM de la Universidad de Zaragoza, con alumnos que están trabajando en grandes animales por toda España e incluso en Francia e Reino Unido”.
Finalmente, el autor recuerda la importancia económica que tuvo la ganadería ovina durante siglos, con el Concejo de la Mesta y los recorridos de la trashumancia, “cuando la lana era el oro español, y desde que se exporto el merino y perdimos el control hemos ido de mal a peor”. En este sentido, pone en valor iniciativas como la de un grupo de profesores y alumnos de la Facultad de Zaragoza que, cada año, acompañan a un rebaño de 3.000 ovejas desde Teruel a Sierra Morena, en Jaén, “conviviendo día y noche con los pastores en el campo, “una experiencia que cambia por completo su visión del mundo rural, de la ganadería y de la naturaleza”.