Difundido tras la mesa redonda “Cambio climático y cooperación sanitaria: una mirada crítica”, celebrada en Valencia el día 26 de mayo dentro del IV Congreso de Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (OMC).
Fue moderada por Rosa Arroyo, vicesecretaria de la Fundación para la Cooperación Internacional de la OMC, con presencia de Fernando Fariñas, director del Instituto de Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas; Santiago Vega, catedrático de Salud Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera, y Fernando Valladares, profesor de Investigación CSIC y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid.
PRIMERA. Hoy tenemos claro que hay una relación muy estrecha entre el comercio internacional y las enfermedades emergentes y tenemos que defender la consolidación de la idea de una sola salud global «One World, One Health» que proteja a la vez ecosistemas, fauna, flora y humanos.
SEGUNDA. Puede que la pandemia de COVID-19 empezara con un murciélago, pero fue la actividad humana la que inició el proceso. El desarrollo económico de muchos países está haciendo que las personas invadan la vida silvestre. A esto hay que sumar un elemento crucial, la cada vez más alta densidad de población humana y su movilidad sin precedentes que promueven infinidad de vías de contagio.
TERCERA. Las pandemias tienen lugar cuando abrimos brechas en la naturaleza de forma desbordada e incontrolada, como las que causan el comercio, la caza y el consumo de animales silvestres, la deforestación o la sobreexplotacion ganadera. Todo ello rompe el efecto protector de la biodiversidad y favorece el trasvase de patógenos.
CUARTA. Hay que cambiar el paradigma de actuación frente a las pandemias, porque otras nuevas emergerán en el futuro. Para ello se requiere no solo más investigación en los laboratorios, sino también inventariar los potenciales virus emergentes y saber qué condiciones ambientales favorecen el salto de patógenos animales o vegetales a humanos.
QUINTA. La prevención de eventos de enfermedades, en lugar de simplemente reaccionar ante ellos, requiere la coordinación de los sectores de la vida silvestre, el medio ambiente, la salud humana, animal y vegetal. La prevención siempre es preferible al control porque limita activamente el impacto de la enfermedad.
SEXTA. Debemos reflexionar sobre qué gestión de los ecosistemas haremos para que el próximo agente infeccioso emerja lo más tarde posible, cómo fortaleceremos nuestros sistemas sanitarios y nuestra capacidad de reacción ante las pandemias del futuro y de qué forma abordaremos las crecientes desigualdades sociales y los efectos de la globalización y el cambio climático.
SÉPTIMA. Hay que limitar la interacción entre especies domésticas y de éstas con el ser humano, sobre todo en ambientes estresantes (mercados de abasto, elevada densidad de animales, etc.) A su vez, la adopción de estrictas medidas de bioseguridad en las explotaciones puede evitar el contacto directo entre los microorganismos que portan muchas especies domésticas y el propio ser humano.
OCTAVA. Se hace necesario cambiar hábitos y costumbres humanas. El consumo de productos como la sangre es tradicional en la gastronomía de los cinco continentes. El consumo de especies silvestres también puede constituir un riesgo importante de contactar con agentes peligrosos, aunque el riesgo de generación de pandemias parece menor. Debemos limitar o reducir el consumo de algunas especies o la preparación de determinados platos culinarios.
NOVENA. Establecimiento, mejora y refuerzo de los sistemas de vigilancia epidemiológica a nivel mundial. Las últimas pandemias han puesto en evidencia la necesidad de contar con un sistema de vigilancia activa de agentes zoonósicos que vele por la seguridad de todos los habitantes del planeta y que cuente con la máxima transparencia por parte de todos los gobiernos nacionales.
Es necesario una acción coordinada de la Organización Mundial de Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y los gobiernos, al objeto de adoptar mejores mecanismos de vigilancia, diagnóstico, alerta y actuación ante la aparición de una posible enfermedad potencialmente pandémica.
DÉCIMA. Mantener el medio ambiente en buen estado (mitigando el cambio climático, reduciendo la pérdida de la biodiversidad y las distintas formas de contaminación) está entre las mejores inversiones q pueden hacerse en materia de salud. El presupuesto sanitario dedicado a un enfoque OneHealth debe aumentar significativamente.