La Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León tributó ayer un homenaje póstumo a quien fuera académico fundador y de número, Paulino Díez Gómez, fallecido en 2020, en una sesión in memoriam celebrada en el Paraninfo Gordón Ordás de la Universidad de León, en la que los intervinientes subrayaron su carácter polifacético y su firme compromiso con la profesión veterinaria, dentro de las distintas responsabilidades que tuvo en su dilatada trayectoria.
El presidente de la Academia, Elías Fernando Rodríguez Ferri, recordó cómo conoció a un hombre de gran personalidad en los prolegómenos de la creación de la institución, hasta convertirse “en embajador de oficio de la idea”, y destacó su valía como “consumado gestor” de cursos, másteres e iniciativas similares encaminadas a actualizar y ampliar los conocimientos de la profesión.
“Paulino era gente recia, de honor, de estirpe noble, que miraba de frente, gran trabajador, buen gestor, hábil negociador y entusiasta emprendedor. Así, es fácil entender que el éxito le acompañara a lo largo de su vida”, señaló Rodríguez Ferri, quien atribuyó tales rasgos a la condición de militar de Díez.
Además, le consideró el “cerebro gris” de numerosas operaciones en beneficio de la profesión desarrolladas en su época de vicepresidente del Consejo General de Colegios Veterinarios de España –tanto con Antonio Borregón como con Juan José Badiola- y presidente del Consejo de Castilla y León.
"La mejor de las suertes"
Por su parte, el presidente de la Organización Colegial Veterinaria, Luis Alberto Calvo, muy unido al homenajeado desde la época que ambos compartieron al frente del Colegio de Veterinarios de Valladolid como presidente y secretario, respectivamente, evocó que “con nuestro querido amigo Paulino tuvimos la mejor de las suertes, por su apoyo en los momentos difíciles y su clara e inequívoca defensa de la profesión en los momentos decisivos”.
“Quiero expresar públicamente el agradecimiento de la profesión al doctor Díez por su servicio abnegado y generoso, pleno de méritos académicos y lleno de éxitos profesionales, personales y empresariales a lo largo de toda su vida. Quiero reconocer públicamente, en un día como hoy, la enorme deuda que tiene la profesión veterinaria con su persona”, indicó el presidente de la OCV al referirse a “un mentor, orientador y amigo”.
A su juicio, una corporación colegial “exige de un crédito ilimitado, confianza, entusiasmo, ilusión y nuevamente, generosidad y compresión, códigos que, por desgracia, no siempre tienen el reconocimiento que debieran en nuestros días”. La sesión necrológica también contó con la intervención de José Alberto Rodríguez Zazo, académico fundador y de número de la institución.