El Colegio de Veterinarios de Zamora concluye este mes de junio el III Programa de Seguridad Alimentaria, que comenzó el pasado mes de febrero y se ha desarrollado en modalidad online con una carga lectiva de 108 horas que ha permitido abordar todas fases de la producción, desde el sector primario a la comercialización, con un enfoque que incluye todos los estándares de la industria agroalimentaria, el proceso de certificación y el bienestar animal.
Un total de 102 alumnos han seguido esta acción formativa, procedentes mayoritariamente de Castilla y León, aunque también ha habido presencia de País Vasco, Murcia, Madrid, Castilla La Mancha, Aragón, Asturias, Andalucía, Extremadura, Galicia, La Rioja, Cantabria y Comunidad Valenciana.
Según explica Elena Laguno, vocal del Colegio de Zamora, el sistema on line ha favorecido la inscripción de veterinarios de procedencia geográfica muy diversa, además de los propios contenidos, divididos en tres bloques:
“Hemos querido realizar un curso que abarque la mayoría de los alimentos que consumimos actualmente para poder así complementar la formación continuada de los veterinarios, desde una perspectiva ajustada a las nuevas tendencias de algunos consumidores que quieren experimentar con nuevos alimentos. Otros rechazan productos de origen animal, otros que por razones de salud, ya sea por alergias o por intolerancia al gluten o por diabetes, buscan alternativas a aquellos alimentos que no pueden ingerir”, señaló Elena Laguno.
Visita a industrias agroalimentarias
Como estaba previsto, se han efectuado tres visitas virtuales a fábricas del sector de la agroalimentación de la provincia de Zamora –Leche Gaza, la industria cerealista Mollendum y Lácteos Cobreros- donde los veterinarios se ocupan a diario de los controles oficiales para asegurar la seguridad y calidad alimentaria de los productos.
El Colegio también ha prestado especial atención en el programa a subsectores muy singulares y presentes en Zamora, a menudo impulsados por emprendedores que tratan de aprovechar este tipo de recursos para detener la despoblación del medio rural. Entre ellos figuran la apicultura, la helicicultura, la insecticultura y la ranicultura.
Esta última, en concreto, tiene un ejemplo claro en la localidad de Carbellino de Sayago, que acoge el mayor criadero de ranas de Europa. Sus promotores han apostado por la innovación para hacer atractivos al paladar los productos elaborados con ancas de rana y explicar que también se consumen las huevas, la piel, la carcasa, el hígado y hasta las trompas de Falopio, que pueden llegar a cotizarse a 3.000 euros el kilo.