En coincidencia con el segundo centenario de la muerte del albéitar Bernardo Rodríguez Marinas (1749-1819) –considerado el primer veterinario español titulado por su pionera formación científica– el Colegio de Veterinarios de Valladolid programó una conferencia sobre la importancia histórica del personaje impartida por el Dr. Ángel Salvador Velasco, miembro de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España y estudioso de su biografía.
El acto tuvo lugar en el Centro Cívico Juan de Austria, lo que permitió abrir el acto a la participación de colegiados y ciudadanos vallisoletanos interesados en general. La presentación del ponente corrió a cargo del presidente del Consejo General de Colegios Veterinarios de España, el también vallisoletano Dr. Luis Alberto Calvo Sáez, que quiso sumarse a la iniciativa del Colegio para rendir homenaje a Rodríguez Marinas en el día en que se cumplen 200 años de su desaparición.
El conferenciante disertó durante poco más de una hora sobre la figura del ilustre veterinario vallisoletano, mostrando de forma documental la información hallada durante los últimos 17 años en diversos archivos españoles y en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España.
Nacido en la calle Mantería, hijo de un oficial de imprenta, y bautizado en la parroquia de San Andrés, Bernardo Rodríguez manifestó desde muy niño una clara vocación por cuidar a los animales, en especial los équidos, lo que le llevó a familiarizarse con las técnicas del oficio de albéitar. Una ocupación tradicional que desempeñó en las Reales Caballerizas de Madrid, donde llegó a ser mariscal, en una época en que albergaban unos 1.500 semovientes entre caballos y mulas.
Por su valía, es el primer español becado por Carlos III para formarse en la Escuela de Veterinaria, próxima a París, durante tres cursos, con el objetivo de implantar a su vuelta un centro similar en nuestro país que proporcione a los alumnos una base más científica, como en la medicina y la farmacia, como ya sucedía en buena parte de Europa.
Aunque sus propuestas para dirigir la nueva escuela no prosperaron por diferentes razones, tenía grandes conocimientos en clínica equina (morfología, anatomía, patología, herraje...) y, como hombre ilustrado, escribió numerosos artículos divulgativos, así como un tratado sobre veterinaria, equitación y agricultura. Fue, por tanto, un personaje clave en el nacimiento de la veterinaria española como superación de la albeitería, que quedaba desfasada, al difundir su bagaje entre coetáneos suyos.