Roberto C. G. es el primer cliente moroso de clínicas veterinarias condenado a pena de cárcel como autor responsable de un delito de estafa previsto y penado en los artículos 248 y 249 del Código Penal. En concreto, ha sido condenado a seis meses y un día de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio durante el tiempo de la condena, imponiéndole además el tribunal las costas del procedimiento.
Por vía de responsabilidad civil, Roberto C.G. deberá también indemnizar a los veterinarios M.C.C.C., T.B.P., C.C.G. y F.J.G.A., en las cantidades de 670, 946, 480 y 416 euros respectivamente.
El magistrado-juez José Hoya Coromina, titular del Juzgado de lo Penal Nº2 de Santander, establece en su sentencia la posibilidad de suspender la pena privativa de libertad impuesta, siempre y cuando el condenado no vuelva a delinquir en el plazo de dos años y haga efectivo el importe de las cantidades adeudadas, en el término de cinco plazos mensuales.
La sentencia, que es firme, es la primera de este tipo que lleva aparejada pena de cárcel. El Colegio Oficial Veterinario de Cantabria, que ha intervenido en calidad de acusación particular, ha mostrado su satisfacción porque, a su juicio, supone un gran avance en la lucha contra este tipo de morosidad que, de unos años a esta parte, se ha incrementado de manera exponencial y afecta, en mayor o menor medida, a la casi totalidad de los algo más de 80 establecimientos de este tipo que existen legalmente establecidos en Cantabria, en sus tres categorías: consultorios, clínicas y hospitales veterinarios.
El Colegio Veterinario, a través de su departamento jurídico, tiene establecido desde hace años un procedimiento legal para combatir este tipo de comportamientos ilícitos.