Angélica Orue, en una imagen de hace algunos años
El pasado 10 de febrero falleció en Bilbao Angélica Orue Zubiaur, la primera veterinaria alavesa y la segunda veterinaria vasca, según recuerda hoy el Colegio de Veterinarios de Bizkaia con motivo del Día Internacional de la Mujer. Fue nombrada presidenta del honor de la citada corporación en 2002, tras una fecunda implicación en la vida colegial y, curiosamente, se da la circunstancia de que su abuelo materno, Tomás Zubiaur, fue uno de los fundadores de la entidad en el año 1901.
Así lo destaca Francisco Dehesa, ex presidente del Colegio vizcaíno, en una prolija necrológica dedicada a esta gran mujer pionera de la profesión, nieta, biznieta y sobrina de veterinarios. “Su familia, tanto por parte materna como paterna, hunde sus antecedentes profesionales en el noble arte liberal de la albeitería; herradores, albéitares y veterinarios jalonan su árbol genealógico”, señala Dehesa, quien destaca que el amor a la veterinaria provino sobre todo de su madre, “quizás pesarosa aquella de no haber sido ella quien diera el salto a una profesión tan vinculada en otros tiempos al género masculino”.
Nació en Llodio el 26 de noviembre de 1926, hija de Luis Orue, herrador, y de Dulce María Zubiaur, hija del veterinario alavés Tomás Zubiaur Cosmen. Tras finalizar el Bachiller en Vitoria, cursó la carrera en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza (promoción 1946-1951). “En aquella época todavía era rara la presencia de las mujeres en las aulas de las facultades de Veterinaria. En su curso, Angélica estuvo acompañada por Elena Respaldiza, hija del catedrático de aquella facultad Eduardo Respaldiza Ugarte”, indica Paco Dehesa.
Diplomada en Sanidad y en Tipificación e Inspección de productos lácteos y especialista en Aplicaciones de los Radioisótopos en Biología Animal y Veterinaria, realizó prácticas en el Laboratorio del Servicio de Zootecnia del Patronato de Biología Animal, en Madrid, trabajando en nutrición para aves y en la mejora de la calidad de las lanas.
Vocación docente
También se dedicó a la enseñanza como profesora de Ciencias de la Naturaleza en el Instituto Canciller Ayala de su localidad natal (1955-1953), al tiempo que ejercía como veterinaria en una granja de Arakaldo. Según explica el autor, mantuvo su actividad docente durante buena parte de su estancia en Canarias, de 1963 a 1970, en distintos institutos de la isla de Gran Canaria.
Su primer destino insular fue el de veterinaria titular de Moya, para pasar después a la Jefatura Provincial de Sanidad de Las Palmas, de 1964 a 1977. Allí, entre otros trabajos, efectuó estudios sobre residuos de mercurio y metales pesados en los productos de la pesca.
Tal como evoca Paco Dehesa, en Las Palmas vivió, trabajó y compartió anhelos y temores con María Elisa Álvarez Obaya, farmacéutica asturiana que había descubierto en el municipio lanzaroteño de Haría la presencia de alcohol metílico en las bebidas alcohólicas, que habían causado una intoxicación mortal con numerosos fallecidos, en lo que se denominó el caso del metílico.
“Fue una amistad total que trascendió más allá de sus vidas. Años más tarde en 2015, ya octogenaria, realizó una visita a Villaviciosa, pueblo natal de María Elisa Álvarez con ocasión de un homenaje que la villa asturiana ofreció a la insigne farmacéutica, dándole su nombre a una plaza de la localidad”, resalta.
En diciembre de 1977 Angélica se trasladó a la Jefatura de Sanidad de Bizkaia al haber aprobado las oposiciones restringidas a veterinarios titulares. Recién llegada a Bilbao, en 1978, asistió a la plaza de toros de Vista Alegre como veterinaria oficial para el reconocimiento de caballos, siendo la primera mujer con funciones oficiales en este coso. Ya en 1986 ocupó la Jefatura de la Sección de Sanidad Exterior, adscrita a la Unidad de Sanidad de la Administración Central en esta provincia, puesto en el que se jubiló en 1991.