El Colegio de Veterinarios de Valencia y la Asociación Empresarial Veterinaria de Valencia (AEVETVAL) han trabajado conjuntamente para lograr una condena por intrusismo contra una falsa veterinaria. Así, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Catarroja sentenció el pasado 3 de febrero la comisión de tal delito (artículo 403 del Código Penal) por parte de la titular de un centro veterinario ubicado en el municipio de Albal.
La referida patronal fue la que puso en conocimiento del Colegio el caso y facilitó las pruebas obtenidas mediante un investigador privado, contratado al efecto. El servicio jurídico se encargó de llevar la acusación particular y, ante las evidencias recabadas, obtuvo la condena por conformidad de la acusada con los cargos presentados por el Ministerio Fiscal. En la sentencia queda probado que, pese a no tener titulación en Veterinaria, la supuesta profesional “atendió a un animal, le realizó una analítica (de sangre) y pautó una medicación para el caso de que se volviera a repetir una (supuesta) hinchazón”.
La presidenta colegial, Inmaculada Ibor, y la de AEVETVAL, Rut Zuriaga, se muestran satisfechas por la colaboración y el éxito de este proceso. Desde ambas entidades se ha instado a los colegiados y a los usuarios a denunciar cualquier sospecha de un caso análogo. Zuriaga e Ibor coinciden en señalar que “la defensa de la profesión veterinaria y de la calidad en el servicio sanitario que prestamos pasa por actuar con contundencia contra todos los que la cuestionan, más aún cuando el que actúa no está cualificado, no es veterinario y puede causar daños irreparables en la salud o bienestar de los animales”.
Los hechos denunciados se remontan al 21 de mayo de 2024. La citada asociación tenía sospechas de la actuación, fuera del horario laboral, en un centro veterinario concreto. De ahí que se recurriera a los servicios de un investigador privado para que éste simulase una urgencia en un perro. Tras llamar al centro pasadas las 21 horas de aquel día, el detective -haciéndose pasar por el dueño- trasladó que el animal tenía “hinchado el morro”.
La supuesta veterinaria -que no era más que la empresaria titular del centro- atendió el teléfono y sugirió que tal síntoma -según consta en el informe presentado como prueba al juzgado- podía atribuirse a una “reacción anafiláctica” por lo que recomendó que se lo llevaran para “pincharle y bajarle la inflamación”. Unos minutos más tarde los investigadores, armados con una cámara oculta, grabaron toda la escena: la única persona que les esperaba era la misma que había cogido antes el teléfono e iba uniformada con una bata verde.
Simulación de actuación profesional
La falsa veterinaria auscultó al perro, comprobó el estado de su boca y mucosa y lo exploró con fonendoscopio. Tras comunicar a sus supuestos dueños que, en ese momento, el animal no sufría inflamación alguna, procedió a la toma de muestra para realizarle una analítica y pautó unas pastillas “por si se inflamara, no tener que ir al hospital de urgencias”, según la prueba presentada. Finalmente, extrajo sangre de la pata del animal y la llevó al laboratorio, tras lo cual procedió a rellenar la ficha en la clínica. En última instancia, después de informar que el análisis no arrojaba resultado anómalo, prescribió un medicamento “para que se lo déis en el caso de que se le vuelva a hinchar…si no se le hincha os las guardáis”.
“La falsa veterinaria simuló la actuación de una profesional pero las consecuencias de su intromisión podrían haber sido especialmente graves, no solo para la credibilidad y prestigio de la profesión sino también para la salud y bienestar del animal. De ahí la importancia de que veterinarios y usuarios denuncien las posibles sospechas que tengan”, remarcaron las responsables del Colegio y de la Asociación.