Toledo es una provincia rica en lagunas y humedales cuya protección es vital no solo para salvaguardar la riqueza medioambiental y paisajística y proteger a las especies animales que los habitan, sino también para hacer frente a muchas enfermedades que podrían derivar en problemas de salud pública. Así lo explica el Colegio de Veterinarios de Toledo con motivo del Día Mundial de los Humedales, que se celebra el próximo domingo, además de recordar que esa tarea de preservación corresponde, en gran medida, a los veterinarios.
La vigilancia y protección de estos espacios singulares está directamente relacionada con la salud de las personas y la estrategia One Health, que promueve la colaboración entre la medicina humana, la veterinaria y las ciencias ambientales para prevenir y mitigar riesgos sanitarios globales, principalmente porque Toledo es una zona habitual de paso y parada de aves migratorias.
Ecosistemas como las lagunas de El Longar, Altillo y Albardiosa (Lillo); la Paloma (La Puebla de Almoradiel); Grande y Taray (Quero); Larga, Peña Hueca y Tirez (Villacañas); o Grande y Chica y Lagunilla de la Sal (Villafranca de los Caballeros) son visitados por miles de personas cada año, por lo que es preciso un cuidado continuo que evite su deterioro, al mismo tiempo que detecte posibles focos de enfermedades zoonósicas.
Ciclo del agua
Desde la Junta del Colegio de Veterinarios de Toledo, se destaca que “el hecho de tratarse del cuidado de la naturaleza y de sus animales puede hacer que se pierda la perspectiva sobre la importancia real que supone para la salud de las personas la labor de vigilancia y control que realizamos en los humedales”.
Y también se recuerda que, además de ser posibles focos de enfermedades que se pueden transmitir de los animales a las personas, son zonas básicas para la lucha contra el cambio climático ya que “son filtros naturales que reducen la contaminación al absorber dióxido de carbono y regulan el ciclo del agua”.
Asimismo, los humedales se han convertido en pilares económicos de sus áreas cercanas al atraer turismo y servicios añadidos a esa actividad. Un aumento del interés por estas zonas que los ha convertido en los espacios naturales más amenazados por la actividad de los seres humanos, hasta el punto de que en España han desaparecido más del 60%.